Amando, cuando un artesano se preocupa por el medio ambiente.

Amando Pedro es un artesano sui generis. Después de haber huido en su juventud del hogar paterno para vivir unas cuantas aventuras en la Ciudad de México de los años ochenta, decidió volver a casa para continuar con la tradición familiar de la producción de barro negro. Hoy, quiere innovar también en técnicas más amigables con el medio ambiente, y en 6 Sentidos le damos la bienvenida. 

Juventud aventurera

Amando Pedro es originario de San Bartolo Coyotepec, la tierra del barro negro en Oaxaca. En su niñez, como el mayor de los hermanos, tuvo que atender a los más pequeños: “Me daban un pañal, un poco de barro y me decían: ‘vete con tu hermano y ahí lo entretienes!’.

–Sí me gustaba –nos cuenta,– pero también me gustaba jugar futbol, así que me iba con los amigos a la cáscara y ahí me llevaba a mis hermanitos. Y luego cuando regresaba, pues tenía que seguir ayudando y ya cuando era más grande, también tenía que atender en el taller, pero ir a la escuela no era mi actividad favorita. 

Un día que tuvo una mala nota y que la relación en casa no estaba muy bien, decidió tomar un autobús y terminó en la Ciudad de México, trabajando como obrero. 

–El supervisor –nos explica,–  era muy buena onda y veía que yo le echaba ganas, pero aún era menor de edad (un tío me había conseguido el trabajo), así que todo el tiempo me insistía que me fuera a terminar la secundaria y luego la prepa, para que pudiera tener un mejor futuro. Hasta me prometió que cuando regresara con el título de la prepa, él mismo me mantenía mi puesto y vería cómo después iba a poder escalar en la empresa.

Y sí, volvió a casa, a trabajar y tratar de estudiar, pero al poco tiempo su pareja se embarazó y se tuvo que dedicar de lleno al trabajo. 

–¡Ni modo, me tuve que poner a trabajar duro! –Recuerda–.

Artesano profesional

–Mi familia ya trabajaba en el barro y yo lo conocía desde pequeño –continúa contándonos,– así que no me costó trabajo incorporarme de nuevo. Me comenzó a ir muy bien, pero los pedidos crecían y no nos dábamos abasto, así que tuvimos que mejorar nuestras técnicas, tanto con los hornos, como en el tema de los moldes… porque hacer una vajilla a mano, se puede, pero si te piden 50, ¡ya no lo logras! 

Tuvo la suerte de participar en un curso que él recuerda como uno de los que sí fueron verdaderos éxitos del gobierno, pues duró ¡6 años! En él, entraron alrededor de 30 alfareros de diversos poblados de Oaxaca, pero al final solamente 6 terminaron y se graduaron. 

Trabajaban con un maestro japonés que les enseñó muchas técnicas y les ayudó a mejorar sus productos. Tenían, además, otros tutores y entre ellos intercambiaban información y conocimientos: “Fueron años muy importantes en mi formación, porque el maestro nos enseñaba a hacer cosas con calidad, y yo mismo aprendí a hacer otros productos, herramientas, a mejorar los moldes.” Por lo que nos cuenta, fue una experiencia muy gratificante que le permitió sentar bases para que el taller tuviera un mejor funcionamiento. 

Amando mi tierra y sus proyectos actuales

Amando sí considera que el trabajo en equipo importa. Participa en el Colectivo 1050 grados que hoy en día es ya una cooperativa del barro y también trabaja de forma independiente con su sello llamado “Amando mi tierra”. Tuvo un periodo muy complejo en los últimos años por problemas personales de salud, pero cuyo reto refleja claramente su optimismo: “Me dijeron los médicos que iba a ser muy difícil que me recuperara, porque esta enfermedad ya en los jóvenes es muy fuerte, pero es terrible en los adultos. No podía caminar, moverme… pero me puse la meta de recuperarme y lo he logrado. Ahora el reto es volver a jugar fútbol”. 

Sus hijos también tuvieron que detener sus estudios temporalmente porque esta situación familiar también se complicó con la pérdida de un miembro de la familia, y fue una dura temporada, seguramente de prueba para todos. Hoy, ya con una salud mejorada, y los hijos retomando sus actividades, está listo para el “round” que sigue. 

Un barro que contamine menos

Su trabajo más retador se enfoca en mejorar su sistema de cocción. Ya la parte de preparación del barro, el pulido y el detallado, los maneja muy bien con su equipo –aunque siempre es un reto tener más personas para trabajar– pero ahora piensa que se debe cambiar el sistema de horneado al gas. 

–Me he reunido con mis colegas artesanos –nos explica– y les he hecho reflexionar que estamos consumiendo demasiada madera: si cada uno de nosotros horneara una vez por semana y usara unos 70 rajas de madera por horneada, y suponiendo que de los 800 talleres aproximadamente que hay en Coyotepec, la mitad trabaje así, entonces estamos consumiendo unos 1,600 trozos de madera a la semana. Y si eso lo multiplicamos por 50 semanas del año, entonces estamos hablando de 201,600 rajas de madera al año. ¿Cuántos árboles estamos usando? ¡Todo un trazo de bosque!

–Antes –sigue contando– los bosques estaban más cerca. Hoy tenemos que comprar mucha madera… y aunque no venga de acá, ¡se está cortando en algún otro lugar! Tenemos que hacer algo para mejorar la producción, porque no solo estamos usando la madera, sino que la quema hace que se emita mucho dióxido de carbono. ¡Es necesario ser conscientes de la naturaleza!

Su búsqueda ahora es contar con un horno de gas que le permita continuar produciendo con mejores técnicas y control, pues con el gas, es más fácil cuidar la temperatura del horno para un mejor proceso de producción. El problema es que es caro, pero sin duda, alguna buena estrategia se logrará desarrollar. 

De acuerdo con el maestro, la merma en los platos, según el artesano, puede ir del 15 al 70%

Lo que sigue

Sus hijos conocen bien la producción y aunque no están al 100% en el taller, están cercanos. Su hija es comunicóloga y y su hijo apasionado de los temas de audio. Vienen a apoyar al taller con frecuencia, pero también usan sus habilidades para mejorar el negocio. Su nuera también participa en sus horarios disponibles y así, la familia, continúa abriéndose puertas hacia el futuro. 

6 Sentidos le agradece enormemente su tiempo y disposición para colaborar también con nosotros con algunas piezas selectas que pronto tendremos a disposición en nuestro sitio web. Solo recuerda bien el nombre, que en unas semanas, ya tendremos sus productos disponibles… por cierto: si estuviste en nuestras itinerancias de Toluca o Querétaro, seguro te enamoraste y tal vez fuiste de los afortunados que se hicieron de una de sus piezas. 

¡Enhorabuena, maestro, y gracias por la entrevista!

El vertido requiere paciencia y una mezcla de barro perfecta, sin imperfecciones y en tiempos.

La cocción es importantísima. Si el interior no queda negro, el tiempo de horneado no es el adecuado y la pieza será frágil.

Trabajo de recorte de las piezas, para que queden perfectamente detalladas. Ese material se puede reutilizar…

Pulir, pulir, pulir…. largo trabajo, pero muy entretenido: hacer que la pieza brille, que tenga una mejor vista, que sea aún más mágica.

El reto más grande: ¿Cómo producimos con calidad, mejorando las técnicas y haciendo que la contaminación se reduzca? Es tiempo de innovar, cambiar, mejorar… y soñar con mejores mundos!